Inteligencia disruptiva

Foto Patrick Hendry

Disrupción de la inteligencia ⇢ El entrenamiento del talento.

Entrando en una nueva era donde los avances tecnológicos se propagan y la palabra inteligencia es una de las más escuchadas, comenzamos a vivir la fertilización hacia un mejor conocimiento y entrenamiento del comportamiento humano.

 

Algunas investigaciones apuntan que en un futuro próximo se producirá una suerte de simbiosis entre inteligencia individual y artificial, porque las conexiones entre cerebro y ordenador serán más fáciles. Ray Kurzweil, director de ingeniería de Google, habla del advenimiento de la era de las máquinas <<espirituales>>. Según esta corriente de pensamiento, pronto hablaremos de una “inteligencia aumentada”, correlato subjetivo de la <<realidad aumentada>> que actualmente manejamos.

 

En definitiva, la innovación continua produce un cambio acelerado al que la población tiene que adaptarse. Ello lleva a que se configure una nueva visión del intelecto, según la cual, la función primordial de la inteligencia humana consiste en dirigir la acción para conseguir la homeostasis interna, la satisfacción de las necesidades y la adaptación al entorno. Así, pues, la capacidad de aprender ágilmente, de elaborar información estructurada, de crear nuevas formas de pensamiento, y gestionar emociones, son competencias que colaboran a la función principal.

 

En este nuevo modelo que se está configurando, la inteligencia humana se organiza en dos niveles, que corresponden a los dos ámbitos funcionales que la neurología, la psicología cognitiva y las ciencias de la computación identifican: por un lado, las operaciones mentales que nuestro cerebro realiza sin que seamos conscientes de ellas; por otro, las funciones ejecutivas que controlan, hasta cierto punto, esas operaciones.

 

¿Las neuronas funcionan por algoritmos?

Investigadores como Ray Jackendorff o Marvin Minsky, uno de los padres de la inteligencia artificial, han negado la relevancia de la consciencia en el comportamiento humano. En opinión de Minsky, la consciencia va siempre un poco retrasada respecto de los acontecimientos neuronales que la producen y, por tanto, es inútil. Los experimentos del neurólogo Benjamin Libet (1916-2007) demostraron que unos doscientos milisegundos antes de que decidamos ejecutar un movimiento, ya se han activado las zonas premotoras correspondientes (Cristoph Herman).

“La mente humana consciente ha hecho que la evolución tome un rumbo nuevo, precisamente porque nos ha facilitado la posibilidad de elegir”. Antonio Damasio

Por ello, entrenar la consciencia. Conectar con lo naturalmente humano y alimentar la dimensión espiritual.

Habilitar el entrenamiento 4.0.

Las funciones ejecutivas del cerebro representan uno de los temas más investigados por la neurociencia en los últimos años. Se las relaciona con los lóbulos frontales, que trabajan como un director de orquesta del resto de la actividad cerebral. En torno a la inteligencia ejecutiva, se han identificado once funciones principales: activación cerebral intencionada, inhibición del impulso, control de la atención, selección de metas, planificación, fluidez verbal, toma de decisiones, memoria operativa, flexibilidad cognitiva, autorregulación y metacognición.

Esquema de las funciones ejecutivas. Imagen de Afadacs.

Progresión generativa en el cerebro

Una persona puede modificar los esquemas que ha configurado a partir del aprendizaje. ¿Cómo?

Mediante un entrenamiento desde la consciencia.

Según expone el neurólogo Antonio Damasio, desde un control consciente (inteligencia ejecutiva) puede guiarse la construcción de la maquinaria inconsciente (inteligencia computacional), de la que a su vez procede. De esta manera se forma un <<bucle prodigioso>>. Como señaló Norman Doidge, experto en neuroplasticidad, el cerebro se construye a sí mismo. Ello abre un abanico de posibilidades en el ámbito de la educación y el desarrollo humano.

Prensa científica, 2014.

Las futuras sinápsis 

Con los conocimientos actuales sobre psicología, comportamiento humano y avances neurocientíficos, el futuro no muy lejano sobre a educación consistirá en tres objetivos esenciales: desarrollar la inteligencia computacional, fomentar la ejecutiva y conseguir una buena colaboración entre ambas. En este sentido, los estudios sobre neuroplasticidad constatan nuestra capacidad de aprender más de lo que creíamos, ya que podemos educar el inconsciente, es decir, el conjunto de operaciones que desarrolla la inteligencia computacional.

El reto deberá favorecer el desarrollo de ambos niveles de inteligencia, con especial atención en el ejecutivo.

En otro artículo, hablaremos de otro enfoque integrador y complementario: las inteligencias múltiples de Gartner.

Daniel Dennet, filósofo que conoce bien las nuevas tecnologías y la neurociencia, asegura que la libertad es el final de un largo proceso de <<autodomesticación>> de la especie humana. Es decir, se trata de una creación cultural que es preciso mantener y transmitir. Por eso, una de las grandes tareas que tenemos quienes trabajamos en el complejo transdisciplinar que engloba la neurociencia, la psicología y la pedagogía, consiste en conocer bien y aprender a fortalecer las funciones ejecutivas. Es una tarea decisiva para mantener la humanización de nuestra especie. En palabras de Alain Caron, de la Universidad Laval: “Necesitamos elaborar una pedagogía de la atención, el autocontrol y el mantenimiento del esfuerzo”.

Colaborando contigo,

Equipo The Mental Trainer


Referencias:

Marina, J.A (2014). La inteligencia en el siglo XXI. Prensa Científica, S.A.

Roca, E. (2005). Cómo mejorar tus habilidades sociales: programa de asertividad, la autoestima e inteligencia emocional. Valencia: ACDE.

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